Marcela Mora y la gran casualidad de la arquitectura

La arquitecta María Marcela Mora Perea egresó de la carrera de Arquitectura en 1992 en la entonces llamada Facultad de Arquitectura, campus Mexicali. Cada abril, Marcela celebra el día en el que tomó protesta como arquitecta. Esta primavera cumplió 30 años. “Se dice muy rápido pero es un montón de vida”, nos dice en entrevista.

“Haber entrado a Arquitectura lo llamo la gran casualidad de mi vida. Estaba perdida, sin idea de qué estudiar cuando estaba en la prepa. Entonces lo hice por descarte. Busqué y, por orden alfabético, encontré Arquitectura en la guía de carreras de aquel tiempo. Leí diseño en los perfiles de ingreso y de egreso y ahí me latió el corazón.”

Enamorarse de la arquitectura

Enamorarse de la arquitectura es un proceso. Se comienza con inocencia, con proyectos que ahora podrían avergonzarnos porque ya sabemos cómo resolver mejor. Luego viene la experiencia: a través de los años descubres si realmente quieres seguir haciendo lo mismo el resto de tu vida. Yo me he preguntado: ¿lo amo tanto como para seguirlo haciendo? Sí. Mi respuesta es sí.

Desde 1997 Marcela trabaja como autónoma, desarrollándose en arquitectura residencial, pública y hospitalaria. En el 2011 comenzó a colaborar en el Hospital de Especialidades de Almater para después continuar en el hospital de Calle Novena. Estos proyectos la llevaron a colaborar en una torre médica en Tijuana, en 2017, obra de la cual surgieron 14 proyectos independientes dentro de la misma torre en diferentes áreas de la salud, donde pudo aprender sobre este tipo tan especializado de arquitectura y estudiar el Diplomado en Infraestructura Hospitalaria en Monterrey.

Yo comencé a trabajar en la recámara que tenía en casa de mis papás, en una mesa de trabajo con una computadora viejita. Después tuve una oficina compartida y, finalmente, una propia por muchos años. Antes de las redes sociales yo comencé a tener clientes por el letrero afuera de mi local, por mi nombre en la sección amarilla y por mi logotipo, que yo misma diseñé y que mantengo hasta el día de hoy.” 

Pandemia e internacionalización

¿Qué pasó en la pandemia? Justo el trabajo de los proyectos médicos terminó, y fue el mejor momento para tomar una pausa y renovar energías.” Nos cuenta Marcela. Pero la pausa duró poco, pues en el 2021 inició su camino hacia la internacionalización. Una ingeniera que invertía en Costa Rica la contactó para realizar el diseño de un condominio de tres niveles, con casa habitación en cada uno. Marcela viajó para conocer el lugar porque el sitio es indispensable para un proyecto, y lo elaboró. Este año volvió para verlo construido, levantado en medio de la selva costarricense. El rostro de Marcela se ilumina mientras saborea sus palabras al compartirnos este gran logro.

Un loop que nunca para

La carrera de Marcela Mora ha sido un trazo de ires y venires, de ciclos que la han llevado a comenzar una y otra vez y para los cuales mantiene siempre la puerta abierta. Sabe que su carrera es un aprendizaje que no se detiene y que aquella casualidad a principios de los años noventa la encaminó hacia esta apasionante tarea a la cual ha entregado su vida.

Tengo una noticia para los recién egresados: esto nunca para, esos loops que significan volver a comenzar nunca van a parar. Esta es una carrera en la que hay que tener visión a largo plazo y considerar que todo lo que hagas tiene una repercusión. Tú no te imaginas quién te está viendo, la vida nos sorprende siempre, por eso hay que tomarse muy en serio los sueños, y no solo los propios. Cuando empieces un proyecto escucha los sueños, no preguntes cuántas recámaras o metros cuadrados desea el cliente, conoce los sueños de la gente. Lo demás irá implícito en cada proyecto.”

Qué es ser Alumni UABC para Marcela MoraSer Alumni UABC es pertenecer a una zona geográfica de gente bien echada para adelante. La UABC es una universidad muy completa, valiente y valerosa que ha sabido hacerse de su propio nombre y testimonio, que nos ha dado cobijo a quienes traemos todas las ganas de trabajar. Mis padres no tienen título universitario y la UABC les dio la oportunidad de que sus cuatro hijos se convirtieran en cimarrones, y hemos sacado la casta cimarrona. Yo estoy muy orgullosa de ser arquitecta de la UABC y seguiré trabajando en esto hasta el final de mis días.” Nos dice Marcela para despedirse, con una sonrisa en los labios y la voz vibrando de orgullo.

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