Una familia cimarrona que llegó para quedarse

La familia González Rameño encontró en la UABC un punto de unión más allá del cariño y la sangre. Entre los jardines y las aulas del campus Mexicali, tres de los hermanos González, Mónica, Esmeralda y Luis Fernando, y quien se convertiría en esposo de Esmeralda, Joselino, construyeron un vínculo que trascendió los lazos familiares y las generaciones: ahora los más jóvenes de su familia se han convertido también en orgullosos cimarrones.

Mónica Elizabeth estudió la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Humanas, egresando en 1995. Luis Fernando y Esmeralda egresaron en 1990 y 1993 respectivamente de la Licenciatura en Sistemas Computacionales, mientras que Joselino López Sánchez estudió para Ingeniero Mecánico Electricista con especialidad en Mecánica, egresando en 1991 de la Facultad de Ingeniería.

Su desarrollo académico y profesional ha sido por demás variado, pero, sobre todo, muy nutrido de experiencias y conocimientos. Mónica Elizabeth es políglota, docente de inglés y estudia actualmente la Maestría en Lenguas Modernas en la Facultad de Idiomas UABC campus Mexicali. Esmeralda González es formadora de docentes en la misma facultad y en la Normal de Educadoras Estefanía Castañeda. Luis Fernando administra sus propios departamentos de renta y Joselino López Sánchez es contratista de servicios de mantenimiento de edificios y maquinaria, además de docente de bachillerato tecnológico.

Sobre sus vivencias en la universidad, Mónica recuerda tener la certeza de que iba a ser universitaria porque sus hermanos ya iban a la UABC, “era como la influencia de los mayores o la tradición de la familia que apenas íbamos construyendo en la región, puesto que ahora tenemos dos sobrinos cimarrones también”, expresa. Joselino estudiaba con la certeza de que ser cimarrón le iba a generar un buen futuro profesional y eso lo motivó durante los difíciles tiempos en que estudiaba y trabajaba para apoyar a su familia. 

Los lazos cimarrones entre ellos son muchos. Otro es que los tres hermanos son apasionados del aprendizaje de lenguas extranjeras. Luis y Esmeralda recuerdan el privilegio de contar con el Centro de Idiomas dentro del mismo campus, pues aprendieron inglés y francés ahí mismo. Cuando evolucionó a Escuela de Idiomas y cambió de ubicación, siguieron aprendiendo italiano y alemán. Mónica se convirtió en políglota estudiando en el nuevo edificio de la Facultad de idiomas. Esmeralda estudió su segunda carrera en docencia del inglés. Ahí mismo, Esmeralda y Mónica después de estudiar, se convirtieron en docentes cimarronas. Joselino comparte con sus cuñados la pasión por seguir aprendiendo a lo largo de la vida.

Hay recuerdos que mantienen vivos en su corazón, por ejemplo, Luis recuerda gratamente la semana cultural de ingeniería y los viajes de estudio que organizaban sus compañeros, como el viaje al Computer Dealers Exhibition (COMDEX) en Las Vegas NV, y al Simposio Internacional de Sistemas Computacionales en el Tec de Monterrey. En el caso de los ingenieros mecánicos, para Joselino el viaje a recordar fue a Manufacturing Technology Series Event (WESTEC) también en Los Ángeles, y a la presa Hoover. Otro recuerdo para Luis Fernando fue su examen profesional, para el cual se preparó presentando un caso teórico-práctico con demostración sobre redes e interconectividad en tiempo real, algo que no era comúnmente accesible en aquel momento. 

Esmeralda recuerda el parteaguas en que se convirtió su generación de compañeros porque sabía que estaban participando del futuro tecnológico de su región: eran prácticamente los únicos usuarios del laboratorio de computación con la tecnología más avanzada hasta ese tiempo. También se admira del trabajo creativo que manifestaban sus compañeros cimarrones en el diseño de software y sistemas. De igual forma, recuerda la tradición en la Facultad de Ingeniería de no atravesar el patio central del edificio. Hasta la fecha no es capaz de atravesar ningún patio, sólo los rodea. Allí mismo, el cuñado Joselino López recuerda haber tomado naranjas del patio central y jugado guerritas con sus compañeros. 

A Mónica le encantaba la interacción con sus compañeros en la Facultad de Ciencias Humanas y el aprender de generaciones precedentes: asistía a conferencias, cine clubs, mesas redondas, congresos binacionales de comunicación, ser becaria en el taller de televisión; los concursos de altares de muertos en la Semana Cultural, organizar exhibiciones, etcétera. «Los tres recordamos con agrado las semanas culturales de nuestras respectivas facultades: el rally, la preparación del desfile de carros; en fin, el compañerismo cimarrón», agrega.“Si bien, Joselino recuerda con nostalgia cuando el trato era más personalizado de parte de docentes y alumnos, porque había menos alumnado, algo interesante que rescatamos y que compartimos con varias familias migrantes de la región, es que la familia nuclear llegó para arraigarse, haciendo de esta tierra su hogar; sembrando semillas y cultivando nuevas generaciones: tenemos sobrinos cimarrones, y como docentes  transmitimos los valores universitarios a nuestros alumnos de todos los niveles educativos.”

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