Roberto Millán Núñez y Natalie Millán Aguiñaga —padre e hija respectivamente— son oceanólogos cimarrones que comparten el gusto por la ciencia: Roberto pertenece a la generación XII (1972-1977) y Natalie a la generación LXIII (2002-2006). Antes de formarse como oceanóloga Natalie recuerda que le gustaban las clases de biología, química, física y matemáticas, materias que incluso la impulsaron a participar en diversas competencias escolares. Sin embargo, conforme se acercaba el momento de tomar una decisión sobre su futuro profesional —en aquel entonces se estaba orientando hacia el derecho, con la idea de querer cambiar el “sistema”— se percató de que su vocación estaba en la naturaleza y en su afán por comprenderla. Cuando era pequeña Natalie recuerda jugar mucho en su jardín mientras deshojaba los rosales y molía sus pétalos: ¿De dónde proviene el pigmento de las rosas? Estas experiencias la llevaron a obtener respuestas sobre su vocación personal y profesional, y sin que Roberto interviniera.
El papel que ha desempeñado UABC en su historia familiar va más allá de ser un alma mater: más que un lugar de trabajo, es un segundo hogar. Por ejemplo, Natalie recuerda con cariño que cuando estaba en la primaria les pidieron exponer sobre el trabajo de sus padres, así que padre e hija decidieron crear una maqueta de la Facultad de Ciencias, y en cuyo campus aprendió a andar en bicicleta. La UABC es una parte crucial de sus vidas.
Un dato curioso es que Natalie es actualmente directora provisional de la Facultad de Ciencias Marinas, mientras que su padre lo fue de 1999 al 2008; antes de esto Roberto fungió como subdirector, y entre risas su hija confiesa que trató de mantener en el anonimato que el director de la facultad era su papá. Aunque hoy en día Roberto está jubilado y ajeno al trajín universitario, padre e hija mantienen una conexión muy especial, pues el hecho de que ambos transitaron por los mismos caminos fomenta una orientación y retroalimentación mutua.
Otra anécdota que Natalie recuerda con cariño fue durante un viaje para realizar trabajo de campo en San Quintín. Como el personal de la facultad estaba llevando a cabo una investigación que exigía permanecer allá durante tres meses, Roberto y su hija decidieron llevar provisiones a los investigadores. Natalie dice que fue una oportunidad increíble para aprender.
La familia Millán Aguiñaga tiene más cimarrones: las trillizas Yolanda, Yanelí y Yeimmy, todas ellas licenciadas en Administración de Empresas. Además dos de ellas cursaron la licenciatura en Música de la Facultad de Artes, en donde imparten clases y participan en diversos ensambles musicales.
¡Familias cimarronas!